Mafalda fue una criatura ejemplar de su tiempo, con todas sus contradicciones: producto ella misma de la industria publicitaria (fruto de un encargo para la fallida campaña de productos “Mansfield” en 1963), expresión de modernización cultural y técnica ya desde los soportes gráficos en los que apareció, sus personajes están cruzados tanto por preocupaciones de ascenso social en una sociedad de consumo (la televisión, el auto propio, las vacaciones, la inflación) como por el ideario de sus sectores más politizados: el feminismo, los militares, el hambre en el mundo, el comunismo, China, Vietnam o U Thant.